
Cómo escribir argumentos académicos claros y directos que conecten con lectores de todo el mundo
Cada vez se siente una energía renovada en bibliotecas y universidades de diferentes regiones. A pesar del crecimiento constante de las revistas digitales y los repositorios abiertos, también ha crecido la necesidad de redactar con claridad, brevedad y fuerza. Cuando las ideas están bien estructuradas, el mensaje llega más lejos y se genera una conexión real entre autores y lectores, desde investigadores en São Paulo hasta bibliotecarios en Reikiavik.
Un buen argumento se apoya en tres pilares: una posición clara, evidencia sólida y lenguaje sencillo. Al combinar fuentes de distintas partes del mundo y mantener frases breves, se logra una mejor comprensión. Esto facilita que el conocimiento se comparta y se aplique de manera efectiva.
Cómo dar forma a una idea desde el principio
Tanto estudiantes como académicos con experiencia han escuchado el consejo de “dejar clara la idea principal”. Parece fácil, pero ponerlo en práctica requiere cuidado. Con muchos datos en juego, es fácil desviarse. Una buena forma de mantener el enfoque es preguntarse: ¿qué quiero demostrar exactamente? Esa pregunta ayuda a construir una base firme antes de incluir referencias de publicaciones especializadas.
Definir una postura con claridad
Una tesis no necesita ser extensa para ser efectiva. De hecho, investigaciones de la Universidad de Manchester indican que los lectores recuerdan mejor frases de menos de veinte palabras. Es clave elegir una posición, considerar el contexto —por ejemplo, la disponibilidad de datos según principios FAIR— y definir bien el alcance del análisis. Si esa parte es transparente, se evitan confusiones sobre el propósito del texto.
El siguiente paso es sostener esa postura con pruebas confiables. Según la Helmholtz Association en Alemania, un 65% de los lectores confía más en un artículo que cita publicaciones internacionales reconocidas. Esto demuestra la necesidad de equilibrar experiencias locales con referencias globales.
Cómo ha cambiado el argumento académico entre disciplinas
La manera de escribir en sociología no es la misma que en biología molecular. Aun así, comparten valores comunes: precisión, objetividad y estructura. Por eso, respetar ciertos estilos, como el formato Chicago para historia o APA 7 para psicología, no es solo un detalle técnico. También es una forma de reconocer a los lectores y facilitar la lectura para quienes acceden desde distintas partes del planeta.
En el campo de la bibliotecología, por ejemplo, se valora más el contenido útil que las frases decorativas. Un texto sobre digitalización de archivos en la Biblioteca Nacional de España debería responder directamente a la pregunta: ¿cómo puede otro centro aplicar este mismo proceso? Cuando la respuesta es clara, se crea un puente entre teoría y acción.
Cómo conectar lógica y evidencia sin perder claridad
Una buena organización es la base para mantener el texto breve sin perder fuerza. Modelos como problema-solución o causa-efecto funcionan bien. Si quieres hablar del impacto del acceso abierto, podrías mencionar primero el reto que supone el sistema de pago en África y luego mostrar un dato de la UNESCO: los artículos gratuitos aumentaron su índice de citas en un 34%. No hace falta extenderse mucho si el ejemplo es preciso.
Otra estrategia útil es usar metadiscursos. Al escribir frases como “En esta parte hablaremos de…”, se guía al lector y se evita que el texto pierda su rumbo. Así se mantiene la coherencia de principio a fin.
Con respecto a las fuentes, es mejor usar datos confiables. La Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecas (IFLA) sugiere utilizar estadísticas de diversas regiones para fortalecer los argumentos. No es necesario incluir diez cifras si tres bien escogidas son suficientes.
Reducir sin perder profundidad
Algunas personas piensan que resumir implica sacrificar contenido. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Ginebra muestra que las ideas principales se recuerdan mejor cuando están escritas en frases cortas. La clave está en jerarquizar: distinguir lo fundamental de lo complementario. Lo esencial va en el cuerpo del texto, y lo adicional puede ir como nota al pie.
También se puede aplicar la técnica del “borrador inverso”. Consiste en escribir todo el texto y luego revisar si cada párrafo expresa su propósito en una sola línea. Si no es así, se puede dividir o reescribir. La Royal Society en Londres utiliza este método al revisar sus publicaciones científicas.
Adaptarse a estándares internacionales
Quienes escriben para audiencias internacionales deben considerar estilos de citación y formas de presentar datos que varían según la región. En América Latina, por ejemplo, el estilo Vancouver es común en estudios médicos. En cambio, en países escandinavos se usa más el formato APA para ciencias sociales. Es importante seguir las normas del lugar donde se publicará el texto, pero mantener un lenguaje claro para que pueda leerse en distintos idiomas sin dificultad.
También conviene pensar en la traducción. Cada idioma tiene su propio ritmo. Si se utiliza un término como “evidence synthesis”, es preferible explicarlo como “resumen de evidencia” dentro del mismo párrafo. Esto permite que lectores de diferentes lenguas comprendan el concepto sin necesidad de buscar definiciones adicionales.
Problemas comunes y cómo enfrentarlos
Demasiada información. Elegir solo tres fuentes fuertes y enfocarse en ellas suele ser más efectivo que cubrirlo todo.
Lenguaje técnico excesivo. Siempre que se use un término complejo, hay que ofrecer una versión simple. Por ejemplo, en lugar de “metadata harvesting”, se puede escribir “recopilación de datos del catálogo”.
Fatiga durante la edición. Leer el texto en voz alta ayuda a notar frases largas o ideas poco claras.
Falta de contexto global. Agregar un ejemplo de otra región —como un repositorio abierto en Sudáfrica— ayuda a mostrar que el problema o la solución es común en distintos lugares.
Ideas finales para seguir escribiendo con propósito
Redactar argumentos académicos efectivos requiere enfoque, lógica y buenas fuentes. Cuando el mensaje es directo y está bien estructurado, más personas lo entienden y el conocimiento circula con mayor rapidez. El objetivo va más allá de publicar: se trata de contribuir a una comunidad que valora el entendimiento y la colaboración entre culturas. Una comunidad donde las ideas se comparten sin barreras lingüísticas ni técnicas.